jueves, 24 de enero de 2013

Los peligros de rezar

Descubro hoy que había un protocolo, uno que el soldado debió seguir y que no siguió.Dice el soldado de Breaking the Silence que el protocolo indica que el soldado debería gritar a los civiles en primer momento "stop" y luego "stop and identify yourself" (pare e identifíquese) y finalmente "stop or I'll shoot" (pare o tiro). Entonces el soldado -si la persona no se ha detenido e identificado- debe tirar en el aire y sólo en caso que la situación empeore, a lo pies, finalmente y sólo si esta persona presenta un riesgo a la vida del soldado éste tiene permitido disparar.
La semana pasada, en Palestina fueron asesinadas por las fuerzas israelíes 4 palestinos no armados y uno resultó gravemente herido.

Un día a la semana cerca del checkpoint en Belén un grupo de religiosxs (sacerdotes, monjas y activistas) caminan a lo largo del muro de concreto rezando padrenuestros y ave marías. Como acompañantes ecuménicos acompañábamos esa acción no violenta donde cada semana se rezaba un rosario. 

Oscurecía ya casi al final del rosario y en la caminata nos acercamos aparentemente demasiado al checkpoint de autos. El soldado nos empezó a gritar. No dijo "stop" como dice el protocolo. Sólo se notaba su desesperación y miedo ante un grupo de religiosxs. Ridículo. ¿Se sentía realmente amenazado por las monjas de más de 60 que rezaban? 
Empezó a gritar en hebreo y a apuntarnos. Cuando intenté sacar una foto fue aún peor. Más desesperación.
Nos miramos entre nosotrxs, dimos la vuelta y seguimos rezando. 
A veces rezar puede ser mucho más peligroso de lo que unx se imagina.

miércoles, 16 de enero de 2013

¿Cómo no iba a ser un cagón?

Nos juntamos a tomar un café en Corrientes y Callao.
Hace una década o más lo vi en una esquina de Plaza Italia y sin saber muy bien por qué, o por saberlo exactamente, le regalé una galletita de limón de esas que son como alfajorcitos.
Después siempre nos vimos, intermitentes.
Nos sentamos a la mesa y hablamos de la vida y de la muerte.
Hace poco tiempo su vieja decidió denunciar ante la CONADEP (hoy secretaría de derechos humanos) que la habían secuestrado junto con su marido y su hijo, él cuando tenía uno o dos meses. Ella antes no hablaba de lo que había pasado pero desde que pudo decir no deja de llorar. Él la acompañó y me cuenta los detalles: le dijeron a él también que llene el formulario para "las víctimas" y ahí se dio cuenta que era una víctima.
Sus viejxs estuvieron algunos días desaparecidos: torturas y simulacros de fusilamiento para que hablaran de cosas que no sabían.
Él, bebé, estuvo unas horas con los secuestradores que más tarde lo entregaron a los abuelos maternos.
A sus viejos los soltaron, hicieron la denuncia que 30 años más tarde su familia no recordaba y que la burocracia guardó para que él hoy pudiera tener el expediente y reconstruir lo dicho.
Después de lo ocurrido la mamá le contó que vivieron meses aterrados y encerrados en el departamento. Sin animarse a salir, con miedo.
Esos fueron para él los primero meses de vida. Me mira y se sincera: "¿Cómo no iba a ser un cagón?"