miércoles, 25 de mayo de 2016

La Nakba sigue

El pasado 14 de mayo me invitaron de la Embajada del Estado de Palestina a una mesa de derechos humanos que compartí con Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, José Schulman de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y Linda Dar Issa de la Embajada. Las actividades se realizaron a lo largo de la jornada para recordar la Nakba, la catástrofe.
Comparto lo que escribí para la ocasión:

Quiero hablarles de un lugar y una familia.
El lugar del que quiero hablarles se llama Al Walaja, un pueblo cerca de la ciudad de Belén y que tiene muy cerca dos colonias ilegales construidas por Israel: Gilo y Har Gilo.
Pero esto de vivir cerca de colonias ilegales es algo que le pasa a muchas ciudades en Palestina.


Los habitantes de Al Walaja son refugiados. Muchos de ellos antes vivían donde está la colonia ilegal Gilo hoy. Pero sus pobladores fueron desplazados en el 48, en la Nakba, y una parte pudo asentarse no muy lejos, donde están ahora.
Pero eso de ser refugiados es algo que le pasa a 5 millones de palestinos hoy.
Al Walaja estará rodeada por el muro de concreto que construye Israel que roba tierras, destruye olivos, va demoliendo casas palestinas y atrapa gente y familias, como la de Omar.
Pero eso de estar rodeados por el muro es algo que le pasa a muchas otras ciudades en Palestina, a toda Gaza y en casi toda Cisjordania.
La familia de Omar y Eman con sus tres hijos viven en Al Walaja. Cuando los visitamos con otros acompañante ecuménicos en 2012, sus hijos tenían 10, 8 y 2 años. Su casa quedó, por decisión de Israel, del otro lado del muro.
Pero eso de quedar del otro lado del muro es algo que le pasa a muchas familias en Palestina, en lo que se conoce como la “seam zone”.
Como la casa de Omar quedó del otro lado del muro, Israel, por orden de la corte,  construyó un túnel que conecta su casa con lo que queda de Al Walaja, y propuso poner un cerco eléctrico alrededor de su propiedad.
No la pueden demoler porque Israel les reconoció la propiedad en los 80. Por estar en Area C, no pueden construir ni hacer remodelaciones. La construcción del muro y el túnel al lado de su casa generó fracturas en las paredes que no pueden arreglar porque podría interpretarse como remodelación y dar excusas para la demolición.
En abril de 2013, cuando apelaron la medida, la Corte resolvió que su casa no será rodeada por una alambrada, en cambio, el túnel subterráneo será bloqueado con una puerta y una valla. La familia tendrá una llave de la puerta al túnel, que podrán usar bajo ciertas condiciones:
-sólo ellos pueden utilizar el paso subterráneo libremente;
-todas las visitas a la casa de la familia deben coordinarse con autoridades israelíes 48 horas de antelación, incluyendo todos los detalles del número de visitantes y el propósito de su visita;
-no más de diez visitantes se les permite en un momento dado, y las visitas deben terminar antes de la medianoche;
-la vía de paso no se puede utilizar para el comercio o para el transporte de materiales de construcción.
Además, la construcción de la casa y sus alrededores está absolutamente prohibido.
Cuando el muro termine de ser construido en Al Walaja, la familia de Omar será separada del resto de la población, van a vivir con el temor de que les saquen la llave del túnel que lleva a su casa.
Pero eso de tener una entrada exclusiva les pasa a otros en Cisjordania.

Esta familia es especial porque cuando llegás a su casa Omar te muestra el patio con los olivos y te explica cómo, hace mucho tiempo en ese lugar, se hacía aceite de oliva en los huecos de las piedras.
Eman te ofrece un te con menta y azúcar bien caliente y te invita al living de su casa y Muhammad, el más chiquito, el de la foto, te recibe en la puerta.
Es especial porque le pone nombre y vida a lo que pasa en Palestina. Nos permite entender que atrás de las cifras que siempre se refieren, hay personas.

Este lugar del que les cuento, Al Walaja, y esta familia de Omar y Eman, nos dicen que la Nakba no se terminó, que la catástrofe sigue. Hoy hay nuevos desplazados forzosos en Palestina y millones de refugiados que no pueden volver y eso nos interpela a nosotros que defendemos los derechos humanos de ayer y de hoy para construir un mañana donde la catástrofe no sea más parte del presente.
Que no nos quieran vender otra teoría de los dos demonios, hay un Estado que es responsable de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, un Estado genocida, que es el Estado de Israel.