viernes, 5 de enero de 2018

15 años del Centro Cultural de la Cooperación o de los desafíos en 4 minutos

Comparto el borrador de mi breve intervención el pasado 22 de noviembre de 2017 en el marco de los 15 años del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” donde fui invitada a compartir unas palabras en torno a la batalla cultural desde la perspectiva de los derechos humanos.
¡Cuatro minutos máximo!
El resultado fue algo así:

Hoy a la mañana salí de una reunión un poco apurada por todas las cosas que tenía para hacer. Estuvimos planificando un taller de la comisión de asociados y acababa de darme cuenta que se me superponían dos actividades la semana próxima.
Necesitaba confirmar la fecha de un viaje la semana próxima, que también se superponía, y el celular nunca para de sonar. Una situación de estrés propia de esta época del año. Entonces yo venía preocupada, concentrada, a las corridas. ¡Y además pensando en qué iba a decir ahora!
4 minutos para hablar de 3 desafíos de la batalla cultural desde la perspectiva de los derechos humanos me daba a razón de 1 minuto 20 segundo por desafío. ¡Así es la instantaneidad de nuestros tiempos!
Pensaba hablar de los desafíos de los derechos humanos, citar algunos artículos de la declaración universal...
Y los nervios de saber quiénes me acompañarían acá. ¡y cuánta responsabilidad!

Venía pensando todo esto cuando entro al edificio, donde está la oficina de la APDH, y en el zaguán me encuentro con Mónica, una vecina que es siempre amorosa -esa es la palabra que la define-, la verdad es que no sé mucho de ella, debe tener unos 50 y largos. Estaba cuidando unas cosas de oficina en el zaguán.
Entonces como si nada, como esas conversaciones de ascensor, la saludo y le pregunto:
“¿Se están por mudar?”
Ahí su cara se transforma y con las lágrimas en los ojos me dice que no, que la sociedad en la que trabaja cerró, que se queda sin trabajo, que no sabe qué va a hacer, que justo en esta época del año, que con su edad no sabe si va a conseguir algo, que hace más de 20 años que trabajaba con ellos.
Y se larga a llorar y no sé qué decirle. ¿Qué le voy a decir?

Y a ella no le puedo decir más que mi deseo: que ya va a conseguir algo. La abrazo y sigo para la oficina.
Entonces pienso que están ahí, adelante mío, los desafíos de la batalla cultural en los que vengo pensando.

Es la batalla cultural para que el sentido común no sea la meritocracia sino el respeto a los derechos, para que el sentido común sea la empatía, la solidaridad y el que siga reclamando por memoria, verdad y justicia.

Esto quería compartir, por lo demás salió la nota en Página/12