viernes, 18 de mayo de 2012

Obediencia debida

Llego a las 4 am al checkpoint y me paro en la salida desde donde puedo contar las personas que pasan por el molinete. Ahí nomás está la garita donde la soldado de hoy es la encargada de abrir y cerrar. De inspeccionar y dejar pasar o no.
Es una soldado nueva. Cuando ya pasó un tiempo les conocés las caras, los modos y los horarios a cada unx. Ella es nueva y me doy cuenta porque tiene rastas. No la había visto antes.
Una está llena de prejuicios, como todxs.
Me imagino que si me la hubiera cruzado en otra situación, quien sabe con amigxs o qué, capaz hubiese sido una potencial amiga. No importa. Ahora eso no importa. Al menos esa imagen me predispone bien.

Son las 5 am y el molinete no abre. Es tarde. A las 5 ya deberían dejar pasar, muchos de los permisos son desde esa hora.
Entonces decido acercarme a la soldado. Golpeo el vidrio blindado de la garita para llamar su atención y poder hablarle. Me mira a los ojos, es una buena señal porque muchas veces te ignoran. Le digo 'buenos días' y me contesta. Otra buena señal. Entonces le pregunto si ya va abrir, que es tarde, que a las 5 normalmente ya dejan pasar.
'Sigo órdenes' me dice y ya no me mira.

Con ella se puede hablar así que insisto: '¿podrías preguntar por qué no abren? ¿si hay algún problema?' Le molesta que insista y me vuelve a mirar ya sin tanta paciencia. 'Ellos me tienen que decir cuando puedo abrir. Sigo órdenes.' Me dice tajante.
Le agradezco. Será porque me respondió, que no es poco.

No puedo dejar de pensar en la obediencia debida. No puedo entender que no aprendamos nada.
Quiero preguntarle qué se le cruza por la cabeza cuando me contesta eso. ¿Le importa? ¿Se da cuenta?

Anoto en la libretita: 5.15 am Hablé con la soldado y pregunté por qué no abre aún. Contestó que sigue órdenes.

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