martes, 28 de febrero de 2012

Tan lejos, tan cerca

Llegamos a su casa. Khalet trabajaba hasta finales de diciembre en una escuela de la colonia Betar Illit.
La familia es de Husan, un pueblo no muy lejos de la colonia.
Nos muestra las cicatrices que aún se están curando, nos dice que no ve bien. 
Cuando estaba en la cocina preparando el café -29 de diciembre a las 9 am- vio que alguien venía pero no prestó atención. Sintió un golpe en la espalda y cayó al piso. Una persona con la cara cubierta le pegaba, con un cuhillo de la misma cocina le cortó la cara, las orejas y algunas veces los ojos. El logró estirar el brazo, correrle la tela y verle la cara. Ahí el colono que había sido reconocido se fue corriendo. Khalet quedó sangrando y fue al segundo piso por ayuda, se desmayó.
Llegó la ambulancia israelí que le dió asistencia básica, llegó la policía israelí que se lo quería llevar -así como estaba- a declarar. Por primera vez dejaron entrar en la colonia una ambulancia palestina que tuvo que discutir con la policía israelí para llevarlo al hospital.
Estuvo dos semanas internado. (El ataque salió en algunos medios)
No tiene más trabajo, no lo recompensaron y lo que más lamenta es que su jefe ni siquiera lo llamó. Lo dice con dolor porque "hasta venía a comer a veces".
Al colono que lo atacó, que él puede reconocer, lo liberaron. Dice que no espera nada de la corte.
No puede volver a trabajar en la colonia, incluso cuando se mejore no le darán permiso, él tampoco quiere ir más.

Estamos en el living de su casa con todas las generaciones de su familia: abuela, madre, esposa, hermano, hijos y primo.
Nos preguntan de dónde somos. Digo "Argentina" y los dos hijos empiezan a preguntar sobre fútbol.
Es como estar hablando con cualquier pibe de barrio. Les gusta el fútbol, les gusta Messi.
Me invitan a su habitación para mostrarme los tres póster: la selección brasilera, la argentina y el barca. 

Tan lejos me sentí cuando él explicaba lo que le había pasado, es tan difícil de procesar, que se toma distancia. Pero de repente tan cerca con esos pibes que hablan de fútbol. 

4 comentarios:

  1. Querida Gisela: por lo que hacés, por cómo lo hacés y para qué lo hacés, siento orgullo de conocerte. Espero vernos pronto. Leonor

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  2. Gracias amiga Gisela por un relato de la vida cotidiana del pueblo palestino bajo ocupación... Es muy triste la historia de este palestino y a la vez demuestra dos cosas: el odio al ser humano de los sionistas y el amor a la vida de los palestinos charlando sobre fútbol internacional... Salam

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  3. leoaimar@gmail.com5 de marzo de 2012, 14:49

    Sencillamente escalofriante!
    Es sorprendente como el deporte no sólo trasciende fronteras sino tambien forja lazos y crea marcos de contención incluso en las situaciones más adversas. El fútbol, a pesar de ser un negocio, no es la excepción. En el potrero las reglas son las mismas para todos.

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  4. Muchas gracias Leonor, arabia y Leo por sus cometarios! sin duda dan muchosánimos de seguir escribirnedo. espero poder seguir escribiendo cosas aunque ya serán en tiempo pasado desde que estoy otra vez en casa.
    Mucho que hacer y que aprender!

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Se agradecen comentarios :)