A
propósito del reconocimiento de Palestina como estado observador no
miembro de las Naciones Unidas.
Cuando
estábamos en Palestina las familias y personas a las que
acompañábamos nos agradecían porque nos importaba lo que les
pasaba, porque las escuchábamos.
Parte
de nuestro trabajo como acompañantes ecuménicos del PEAPI (Programa Ecuménico de Acompañamiento a Palestina e Israel del Consejo Mundial de Iglesias) es estar en distintas ciudades de Cisjordania.
Acompañar en los momentos dolorosos como la demolición de sus casas
aunque no podamos evitarlas; estar ahí cuando te cuentan las
injusticias que viven; acompañar a los chicos que van a la escuela
con miedo; registrar y sacar fotos cuando los soldados israelíes
abusan de su poder. Prestar el oído, consolar cuando no hay
respuestas y compartir también el dolor de la impotencia y la
frustración de vivir resistiendo. En fin, dejar testimonio de lo que
ocurre y contarles a ustedes lo que hemos visto.
Hemos
sido testigos que el pueblo palestino siente que el conflicto del
cual son protagonistas cada día de sus vidas ha sido olvidado por
todos. A nadie parece importarle lo que pasa en la hoy amurallada
Belén o en la árida ciudad de Hebrón.
A
nadie parece importarle que un muro los separe de sus tierras y
familias, o que los deje viviendo sin permisos en su propia casa.
¿Quién sabe de los chicos que van a la escuela y soldados con M16
les revuelven sus mochilas? ¿Quién hace eco de tantas familias que
pierden aún hoy sus tierras por el robo de las colonias ilegales en
Cisjordania? ¿Y de los cientos de detenidos por razones
administrativas cuyas causas y tiempos nadie conoce?
El
pasado 29 de noviembre de 2012, en el mismo día que 65 años antes
las Naciones Unidas habían aprobado el plan de partición que
resultó en la creación del estado de Israel (Res. 181 (II) de
NNUU), a Palestina le fue otorgado el estatuto de estado observador
no miembro de esa asamblea de naciones.
Muchas
cosas se desprenden de ese hecho, muchas simbólicas y algunas
prácticas. Por ejemplo, que Palestina como estado podrá empezar a
pelear por sus derechos a la verdad y la justicia en las cortes
internacionales.
Pero
antes, mucho más al principio, el mundo ha escuchado al pueblo
palestino. ¿Será que por fin a alguien empieza a importarle? O se
trata al menos de mantener viva la esperanza de que algún día habrá
paz en tierra santa.
Este artículo fue escrito por Gisela
Cardozo y Lars Jacob, acompañantes ecuménicos del PEAPI 2011-2012 en Belén y
Hebrón.
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