miércoles, 23 de octubre de 2013

Un Estado para un pueblo

A propósito del reconocimiento de Palestina como estado observador no miembro de las Naciones Unidas.

Cuando estábamos en Palestina las familias y personas a las que acompañábamos nos agradecían porque nos importaba lo que les pasaba, porque las escuchábamos.
Parte de nuestro trabajo como acompañantes ecuménicos del PEAPI (Programa Ecuménico de Acompañamiento a Palestina e Israel del Consejo Mundial de Iglesias) es estar en distintas ciudades de Cisjordania. Acompañar en los momentos dolorosos como la demolición de sus casas aunque no podamos evitarlas; estar ahí cuando te cuentan las injusticias que viven; acompañar a los chicos que van a la escuela con miedo; registrar y sacar fotos cuando los soldados israelíes abusan de su poder. Prestar el oído, consolar cuando no hay respuestas y compartir también el dolor de la impotencia y la frustración de vivir resistiendo. En fin, dejar testimonio de lo que ocurre y contarles a ustedes lo que hemos visto.
Hemos sido testigos que el pueblo palestino siente que el conflicto del cual son protagonistas cada día de sus vidas ha sido olvidado por todos. A nadie parece importarle lo que pasa en la hoy amurallada Belén o en la árida ciudad de Hebrón.
A nadie parece importarle que un muro los separe de sus tierras y familias, o que los deje viviendo sin permisos en su propia casa. ¿Quién sabe de los chicos que van a la escuela y soldados con M16 les revuelven sus mochilas? ¿Quién hace eco de tantas familias que pierden aún hoy sus tierras por el robo de las colonias ilegales en Cisjordania? ¿Y de los cientos de detenidos por razones administrativas cuyas causas y tiempos nadie conoce?
El pasado 29 de noviembre de 2012, en el mismo día que 65 años antes las Naciones Unidas habían aprobado el plan de partición que resultó en la creación del estado de Israel (Res. 181 (II) de NNUU), a Palestina le fue otorgado el estatuto de estado observador no miembro de esa asamblea de naciones.
Muchas cosas se desprenden de ese hecho, muchas simbólicas y algunas prácticas. Por ejemplo, que Palestina como estado podrá empezar a pelear por sus derechos a la verdad y la justicia en las cortes internacionales.
Pero antes, mucho más al principio, el mundo ha escuchado al pueblo palestino. ¿Será que por fin a alguien empieza a importarle? O se trata al menos de mantener viva la esperanza de que algún día habrá paz en tierra santa.

Este artículo fue escrito por Gisela Cardozo y Lars Jacob, acompañantes ecuménicos del PEAPI 2011-2012 en Belén y Hebrón.

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