jueves, 17 de octubre de 2013

Donde el hombre deja de ser humano para ser animal

Así definió Esteban el puesto de control Taybe donde estuvo yendo todas las semanas como acompañante ecuménico del PEAPI en Palestina durante tres meses.

Van a hacer dos años que partí a vivir en Belén. Fueron sólo tres meses y, a pesar de haber vuelto, un pedacito de mí se quedó a vivir ahí, sin permisos ni papeles.
Se quedó mucho de eso que era mi inocencia.
Cuando dejás de sorprenderte y dejás de espantarte perdés la inocencia.
Cuando empezás a contar gente que hoy sí te sonríe porque hoy "sólo" esperan pocas horas para cruzar el puesto de control, se pierde la inocencia.
O quizás no se pierda, te la van robando.
(Porque no hay que buscar la culpa en las víctimas)
Como a los olivos y la tierra.
Como a la paz.

Desde que volví de Palestina sigo el conflicto por los diarios, por los blogs de otros acompañantes, los testimonios de quienes vuelven. Parece que nada mejora. Parece que nunca va a haber paz para ningún pueblo.
Y es ahí donde no me queda más que admirar la grandeza de quienes viviendo allá, sufriendo la ocupación cada día, tienen esperanza, resisten sin violencia.
Esas personas que salen del círculo de la violencia y resisten. 

Y pienso en la letra de esta Canción de los harapos de Silvio Rodríguez. 





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