lunes, 12 de octubre de 2015

Era ella y yo fui otra

Me siento en el 65 en los asientos del fondo. Uno de esos días en que todo te parece injusto pero mejorable.

Para el colectivo en una esquina y sube una señora, anciana, apenas puede moverse, se agarra con dificultad de la baranda y da pequeños pasos.
Se yergue frente a la máquina y apoya la SUBE con un suspiro breve.
Está sola, pienso que debe tener mucho años, es delgadísima. Temo que cuando el colectivo arranque otra vez se caiga porque se la ve tan frágil.
El colectivo arranca despacio, y ella se acomoda en el primer asiento.
Me indigna que esa mujer esté sola, que nadie la acompañe. Se la ve tan débil.

El 65 sigue su habitual recorrido hasta llegar a Parque Centenario, veo a la señora que pide la parada al chofer.
Cuando el colectivo para frente al hospital, ella baja lentamente, veo su perfil, la reconozco: es mi propia abuela.

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