Me habla desde el cockpit de su barco, yo en el mío lijando.
Me dice:
- No se puede confiarle nada a una mujer!- mientras me muestra que el tamaño del adaptador para la canilla es más grande que la boca de la canilla. -Lo midió mi hija la semana pasada- me aclara.
No contesto, porque no puedo creer que me lo diga a mí. Porque habla así de su hija. O porque no deja de sorprenderme la naturalidad del machismo.
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