jueves, 12 de junio de 2014

Cuando estás entre la felicidad y la impotencia

Suena el teléfono, como tantos días en la oficina. De un penal. De otro penal más donde los detenidos llaman para ver si podemos hacer algo. Está procesado, sin condena. Está en la cárcel y su causa no avanza. Se declara inocente, y lo es hasta que se demuestre lo contrario pero está preso hace más de dos años.

Suena el timbre en la oficina. Llegó por curiosidad o porque ya no sabe adónde ir. Quiere informacion de su familia desaparecida. Información que hace años busca, desde que recuperó su identidad.

Alguien hay que toma su denuncia. Lo escucha. Llama al penal. Pregunta en el juzgado. Apura trámites. Y del otro lado del teléfono vuelve su voz con mas preguntas pero con la tranquilidad que alguien escucha.

Alguien hay que lo invita a pasar a la biblioteca, a recorrer archivos originales con firmas de esa familia que falleció sin saber nada de sus seres queridos. Alguien le muestra declaraciones y ahora sabe dónde estuvieron su mamá y su tía.

Por cada unx de ellxs vale la pena. Aunque a veces sea poco y nos llene la impotencia. La felicidad y el agradecimiento de cada unx es especial, único.

A veces me cuesta aceptar el agradecimiento de alguien cuando se hace nada más -ni nada menos- que lo que corresponde.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradecen comentarios :)