sábado, 4 de junio de 2016

Como sino existieran

Me siento en el avión, vuelo hacia una escala inútil, de esas que toman dos aviones a un lugar que era mucho más cerca que cualesquiera de las conexiones.
Me desplomo en el asiento, calculé mal los tiempos y tuve que correr para no perder este vuelo desde el JFK en NYC.
Cuando recupero el aliento la conversación que mi vecino tiene con una chica del otro lado del pasillo llama mi atención: habla de los túneles y las bombas, las armas y le muestra fotos, no puedo evitar mirarlo aunque intento disimular. Habla de su experiencia en Israel, así llama indistintamente a Tel Aviv, el valle del Jordán, Haifa y Jerusalén. Ella lo escucha atenta.
En su muñeca con la que extiende el celular mostrándole las fotos puedo ver pulseras con la bandera israelí y la sigla IDF (fuerzas israelíes).
Hablan de los soldados israelíes, con admiración ella dice "Pensás que van a ser diferentes pero son tan parecidos a nosotros", dice que los soldados son héroes.
El sigue contándole las historias de los soldados y sus batallas, los túneles y los vuelos de las fuerzas israelíes. Pero pareciera que esos soldados están completamente solos porque nunca mencionan a los palestinos, como sino existieran.
Todo lo que cuentan parece un cuento de valientes, donde israelíes y judíos son sinónimos, palabras intercambiables, donde la comida es maravillosa, las frutas excelentes y los soldados la figura más respetada.
No voy a sacar justo ahora mi libro de Omar Barghouti sobre BDS que me regalaron, no puedo dejar de pensar que hace unos pocos días le han impedido salir de Israel.
Me pongo los auriculares, prefiero escuchar música y dejar que el vuelo me lleve a cualquier lado.